Corría el año 2000 (o sea, hace
23 años) cuando escuche por primera vez que iban a faltar médicos en España. No
era muy sorprendente, el número de médicos en España se había disparado con la
expansión de la Seguridad Social en los años ochenta y la multiplicación de los
hospitales por todo el territorio nacional y ello venía a coincidir con la
jubilación de buena parte de estas promociones.
No se puede decir que las
autoridades gubernativas ni académicas estuvieran muy atentas al asunto ni muy
brillantes a la hora de solucionarlo. Un decano de la Facultad de Badajoz hizo
salir a los estudiantes en manifestación convenciéndoles de que había que
reducir las plazas de la facultad “porque no iban a tener trabajo”. Lo consiguió, los estudiantes se manifestaron
con la inocencia propia de su edad y las plazas de la facultad se redujeron.
Los consejeros no estaban mucho
más claro de mente, solo sabían repetir que aumentaría el número de plazas de
MIR y con ello estaría solucionado todo el problema. Pero claro, por muchas
plazas de residente que convoques en los hospitales extremeños, no sirven de
nada si no tienes médicos para cubrirlas, es decir, si no salen médicos de la
facultad de Badajoz, o si esas plazas no son atractivas para los que han
estudiado la carrera en otras facultades. Por si acaso, se empeñaron en forzar
la jubilación de los médicos a los 65 años -¿para ahorrarse el pico de la
carrera profesional y los trienios?- acelerando el problema que se nos venía
encima. Cuando ya estaba a la vista la jubilación de la Primera Promoción de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura se redujo el número de
plazas de la Facultad a poco más de la mitad de las que correspondían a esa
Primera Promoción en un alarde más de la planificación que hemos tenido durante
todos estos años. Mientras tanto, se iban abriendo hospitales y aumentando
servicios debido a las necesidades asistenciales (o políticas). Sin contar con
que la sanidad privada no ha dejado de crecer en los últimos años, más en otras
regiones, como Madrid o Cataluña, que en Extremadura.
El diario nos cuenta que el SES
no cubre las plazas de médico a pesar de que ofrece un 62% más de plazas en 9
años. ¿Y cuanto han crecido las plazas para estudiar el Grado de Medicina en este
tiempo? O solamente en los 3 primeros años, porque hay que recordar que son 6
años para tener el Grado-Master de Medicina y luego se pierde un año en sacar
el examen MIR. Es decir, la planificación hay que hacerla a muy largo plazo. Este
año se han reducido, en años previos llego a crecer levemente y siempre muy por
debajo del crecimiento de la oferta de plazas MIR. Cierto es que las plazas de
la Facultad (132 para 3.760 solicitantes) no pueden incrementarse a voluntad
sin tener en cuenta la disponibilidad de medios materiales y, sobre todo,
personales, para atender a las clases y las prácticas. Si el público supiera lo
que ha hecho la ANECA con la enseñanza de la Medicina se llevaría las manos a
la cabeza. Pero sin una cosa no se puede tener la otra.
Aunque el nivel de los hospitales
extremeños es bueno -sin pretender ser los mejores del mundo- es difícil
conseguir que vengan médicos de otras comunidades a hacer la residencia de la
especialidad en Extremadura. Ni las comunicaciones, ni la imagen que tenemos
ayudan a ello, sin contar con la tendencia natural a quedarte en tu región de
origen o donde está trabajando tu pareja en buena parte de los casos.
En resumen, la solución para la
falta de médicos es aún más difícil en Extremadura que en el resto de España. Incrementar
el número de plazas en la Facultad con las disponibilidades actuales de
personal y material es casi imposible. La creación de un segundo centro en
Cáceres requeriría grandes recursos o cierta imaginación creativa a nivel
legal. La oferta de plazas de MIR solo servirá si ofrecemos ventajas
pecuniarias como las islas lejanas. Perdonen por no ser optimista, pero como
cantaba Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Esperemos que se equivoque.