España no ha tenido éxito con los simbolos del Estado. Ni la combinación de los colores de la bandera es visualmente bonita, ni el himno nacional arranca oleadas de pasión, tenga o no tenga letra. A los españoles nos acaba gustando por patriotismo o por acostumbramiento, pero nada tienen que ver con la belleza del himno inglés (compuesto por Haendel), con la majestuosidad del himno alemán (compuesto por Haydn como marcha imperial: "Got erhältet Franz der Kaiser") o la intensidad del himno francés.
Volviendo a las banderas, la española tiene un origen histórico válido (la bandera del reino de Aragón y, por extensión, de Sicilia) con un bonito ajuste en el ancho de las bandas (el centro es el doble de las laterales) pero con dos colores que combinan mal aunque sean visualmente muy reconocibles como enseña. Tampoco había muchas más posibilidades sin incluir el blanco-rojo-azul de otros estados europeos.
Cuando las autonomías se crearon la mayor parte de ellas no tenían un origen histórico reconocible (por ejemplo, Vascongadas). Los políticos de UCD (y en particular Herrero de Miñon) se dejaron robar la cartera en esto como en tantas cosas. Desgajaron Santander y la Rioja de Castilla, con la triste idea de que fueran absorbidas por el País Vasco al igual que Navarra. Separaron Madrid de Castilla la Mancha, para bien del primero y desgracia de la segunda. Unificaron las Andalucias, cosa que no había sucedido desde los tiempos del Califato de Cordoba, para desgracia de la derecha, que hubiera ganado en Andalucia Oriental y probablemente evitado muchos de los males que han sucedido.
Como consecuencia de ello cada uno fue a inventarse una banderita para su nueva cabeza de ratón. Las autonomias del reino de Aragón se basaron en su antigua bandera haciendole añadidos puesto que Cataluña se había apropiado de ella, conservando de esta manera su origen histórico. Castilla y Leon recuperaron sus pendones tradicionales (es con diferencia la bandera autonómica más bonita), al igual que Asturias y Navarra. Galicia y Vascongadas usaron banderas inventadas en el siglo XIX por sus separatistas sin ninguna tradición histórica ni valor estético. Castilla la Mancha hizo un bonito ajuste con la bandera castellana y tanto Madrid como Santader conservaron el color rojo añadiendole simbolos distintivos. Murcia hizo un estúpido homenaje al sangriento levantamiento cantonal oficializando la bandera cantonal de Cartagena. Canarias también escogió un modelo separatista que al menos combinaba los colores provinciales. Andalucia recogió la bandera creada por un loco llamado Blas Infante al que convirtió en padre de la patria andaluza sin más mérito que haber sido fusilado en la Guerra Civil.
Sin duda las dos más feas fueron la bandera de la Rioja y la de Extremadura, ambas creadas en un momento de necesidad y sin ninguna relación histórica ni tradición regional. El caso de Extremadura es particularmente risible puesto que, a parte de su fealdad, la creo Izquierda Unida uniendo los colores de los equipos de futbol de Badajoz y Cáceres, Que Dios los perdone, los extremeños no deberían hacerlo y tomar ejemplo de Castilla la Mancha para hacer una bandera que no cause vergüenza ajena y tenga tradición histórica.
